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LAS FOBIAS
(Un estudio psicoanalítico y psiconeurobiológico)

La neurosis fóbica, se presenta con mucha frecuencia en clínica psiquiátrica. Por tal motivo, cabe destacar que en su momento fue una de las primeras colonias de investigación por parte de las teorías freudianas dentro del vasto continente de las neurosis, para luego convertirse en un terreno familiar para el ejercicio psicoanalítico. No obstante su estudio, ha presentado diversas complicaciones de entre ella es que al abordar el estudio de la fobia, se comprueba que hay un uso simultáneo, tanto en psiquiatría como en psicoanálisis del vocablo fobia y miedo. A pesar de que hay un elemento básico que los distingue; el uso del concepto, se sigue prestando a las más de las diversas confusiones. En este sentido es en donde se enfoca el presente escrito ya que, aparte de distinguir lo que es la fobia de otras afecciones, también se encuentra el interés por ampliar sobre qué idea tiene el psicoanálisis de dicha estructura y a que concepción ha llegado la psiquiatría con dicho fenómeno. Por último, es preciso destacar como una y otra postura teórica, puede beneficiarse al momento de realizar el tratamiento clínico.

a) Consideraciones Psicoanalíticas de la Fobia

La fobia está asociado al malestar que causa un tipo particular de objeto externo al enfermo, como son: animales, objetos inanimados, cierto tipo de actos, etc. Es por ello, quizás que la fobia presenta una enorme complicación al momento de su estudio y diagnóstico, ya que también es un fenómeno que siempre aparece descentrado, ya que dicha enfermedad psíquica, se lo enfoca sólo a través de la conjunción fobia – angustia y de la disyunción fobia – obsesión.

Es así que mientras observamos que en el miedo hay una perturbación angustiosa del estado de ánimo ante una amenaza desconocida y no originada por un conflicto, el término ‘fobia’ se utiliza para denotar reacciones de miedo intensas acompañado de conductas evitativas hacia situaciones (reales o anticipadas) u objetos que no suelen producir daño, y a los que la mayoría de las personas pueden enfrentar sin dificultades. En el caso de la fobia, la evitación se produce porque al quedar fuera de contacto con el objeto o situación fóbica, el miedo desaparece y con él la ansiedad. Así pues detrás de la fobia está la angustia, por lo tanto para no angustiarse, el enfermo fóbico evita las situaciones que le provoca dicha angustia, con lo cual la vida va quedando cada vez más limitada y a veces se puede transformar en insoportable. Al ser irreconocibles e inexplicables por el sujeto los conflictos interiores que generalmente están originados en la infancia, trata de atribuir su origen a un objeto externo y se dedica a evitarlo, con lo cual evita la angustia, pero el conflicto inconsciente sigue sin resolverse (Francois, 1999).

En otras palabras lo que el enfermo teme es el advenimiento de ese ataque de angustia, en circunstancias particulares, en las que cree que no podrá evitarlo. Sin embargo, es preciso aclarar que la fobia se distingue de la neurosis obsesiva debido a que no hay mecanismo de sustitución, sino que sólo lo que se encuentra es angustia. En este sentido, Sigmund Freud en su artículo denominado “Obsesiones y fobias”, destaca que: “No se trata ya de una sustitución, ni resulta posible descubrir, por medio del análisis psíquico, una idea inconciliable sustituida. Sólo se encuentra un estado emotivo de angustia, que por una especie de elección ha hecho resaltar todas las ideas susceptibles de llegar a ser objeto de una fobia” (Freud, 1981).  Mientras que en el caso de una neurosis de obsesiva lo que se sustituye es una idea inconcebible, deviniendo como duda, remordimiento o cólera, que se ha producido de forma inconsciente; en el caso de la fobia, lo que acontece es una neurosis de angustia, angustia que proviene no de un recuerdo cualquiera, sino de origen sexual; en otras palabras, se puede decir, que al fóbico le angustia desear, por lo que el enlace con el objeto fóbico sirve de comodín que protege al sujeto al acercamiento del deseo. En otras palabras, al evitar el objeto (desde su lógica), se está evitando el cumplimiento del deseo que causa angustia (Freud, 1981).

“La fobia es, pues, el miedo al nacimiento de la angustia”. Angustia que se encuentra vinculada a un trastorno de economía sexual (Francois, 1999, pág. 223). En este sentido, la libido no se convierte en síntomas histéricos, sino que se libera en forma de angustia. Por lo que el problema es que la angustia no puede ser reconvertida en la aspiración libidinal a la que reemplaza. El trabajo que entonces se realiza, tiende a fijar psíquicamente esta angustia, de tal suerte que las fobias desde el punto de vista psicoanalítico, son estructuras defensivas.

Sigmund Freud (1981), destaca la posibilidad de distinguir dos grupos de fobias que son caracterizados por el objeto de la angustia:
  • Fobias comunes: miedo exagerado a aquellas cosas que todo el mundo teme, tales como la noche, la soledad, la muerte, las enfermedades, las serpientes, los peligros en general, etc.
  • Fobias ocasionales: angustia emergente en circunstancias especiales que no inspiran temor al hombre sano, como la agorafobia, aracnofobia, hidrofobia, xenofobia, etc.
Sin embargo, hay algo indiscutible, y es que a lo largo de todas las ilustraciones clínicas, el material fobígeno, es siempre reconocido como un elemento exterior, o heterógeno, al sujeto. Ya sea que se trate de un animal o de un instrumento, se observa la existencia de una relación selectiva entre el sujeto y la solicitación fobígena, siempre reconocida en su carácter de exterioridad y de alteridad. En este sentido el fóbico confiere bruscamente a cierto elemento la revelación, de una intrusión significativa, de una solicitación imperiosa. Hace súbitamente, de una posición banal y común una cuestión personal.

Hasta aquí, cabe dar paso a una revisión de lo que ocurre en el desarrollo de la fobia, a partir de una concepción psiconeurobilógica, ya que con ello se espera al final obtener algunas conclusiones en cuanto a la clínica de las fobias.

b) Repercusiones Psiconeurobiológicas de la angustia.

Una vez revisado el aspecto psicoanalítico de la neurosis fóbica, conviene tener en cuenta qué repercusiones se hallan desde un punto de vista psiconeurobiológico. Para comenzar es preciso destacar que existe una región neuronal que es activada de forma crónica por el estrés, procesa señales de manera tan veloz, que sus acciones se independizan del control que pudiera ejercer la corteza frontal. A los circuitos y vías que intervienen en este procesamiento de señales se les denomina “Región de Trauma Cerebral”.

En los trastornos de ansiedad interactúan diferentes estructuras como son el sistema límbico, el hipotálamo anterior y posterior, el locus coeruleus, la formación reticular, la corteza piriforme y las glándulas suprarrenales. La hormona liberadora de corticotrofina (CRH) produce acciones farmacológicas en todas estas zonas, conocidas como RTC.

El centro del trauma está integrado por tres zonas:
  • El eje hipotálamo – hipófiso- suprarrenal. 
  •  La amígdala.
  •  El locus coeruleus
Esta zona actúa desde el punto de vista práctico, como un sistema cerrado que recibe, reconoce, resuelve, procesa y almacena, en forma casi autónoma, los estímulos de carácter emocional. Luego de reconocer el estímulo estresógeno por medio de una verdadera red intersistémica, se activan sistemas defensivos de adaptación. La CRH y los glococorticoides originados tratan de adaptarse a la nueva situación, produciendo fenómenos inhibitorios (reducción de linfocitos, de la reacción antígeno – anticuerpo). Cuando el sistema de afrontamiento no es el adecuado se genera una retroalimentación o feedback positivo o desinhibitorio, que da origen a señales ajenas a la consciencia, corteza – subcorteza cerenbral, con aumento de descarga noradrenérgica, produciendo diversos trastornos (pánico, ansiedad generalizada, etc.) como respuesta al estrés.

La velocidad de interconexión de la red neuronal dentro de este triángulo RTC es muy superior a la que poseen estas vías con las áreas frontales. Éste sería el modelo de las respuestas impulsivas y explosivas que pueden pasar a la acción, sin que medie un proceso de restricción a cargo de las áreas frontales. Cabe destacar que la no – participación de las “áreas frontales” implica, desde el punto de vista psicoanalítico, la ausencia de los componentes imaginarios de la subjetividad. Esta regulación debería ser puesta en juego por la madre, como mediadora, quien neutralizando el principio de inercia, inhibe el proceso, cualificando la excitación. Más tarde el niño, a través de la construcción de este objeto psíquico, será el encargado de la autorregulación, a partir de los propios matices afectivos, percepciones y circuitos representacionales.

En el individuo normal, frente a un estímulo, la CRH recorre un camino que empieza en el núcleo supraventricularis y continúa con el hipotálamo anterior, posterior y amígdala y locus coeruleus, siendo este proceso reversible ya que presenta un feedback inhibitorio propio (autorregulación).

En cambio, en los pacientes con trastorno de ansiedad, la CRH se trastoca y provoca una estimulación permanente o semipermanente sobre la amígdala y locus coeruleus, generando una neurovulnerabilidad celular, con su consecuencia a nivel psiconeurobiológico.

c) Consideraciones sobre el tratamiento de las fobias

Para concluir, queda destacar cuál es el papel y la relevancia del psicoanálisis en conjunto con un tratamiento psiquiátrico, de manera que ambos tratamientos contribuyan a un mejoramiento de la calidad de vida psíquica en el sujeto. Aunque en más del 60% el diagnóstico de este trastorno se presta a confusión (como ya se ha visto en la introducción de este escrito), y en el 36% de los pacientes se presenta asociado a la depresión o al abuso de sustancias. Se resalta que para ambos casos, el terapeuta debe considerar con el paciente la necesidad de llevar a cabo un tratamiento prolongado.

Ello es necesario porque como hemos visto en párrafos anteriores, la fobia se inicia muy tempranamente, lo que provoca que existan tendencias a la cronicidad y a presentar complicaciones. Ahora bien, ¿cuál deberá ser el recorrido que inicie un tratamiento interdisciplinario entre el psicoanálisis y la psiquiatría sobre la fobia? La psicofarmacoterapia opera para reducir los niveles excitatorios (tarea que correspondería al vínculo primario), y para favorecer el mecanismo de autorregulación. En este espacio, la palabra puede empezar a surgir dando lugar a tramitaciones psíquicas. La técnica psicoanalítica debe jugar aquí su recurso más creativo: la atención flotante, pues debe estar alerta para pesquisar los escuetos circuitos simbólicos – mnémicos que el paciente pueda verbalizar. En este sentido la psicoterapia tiende a crear un campo de trasferencia, en el que la propia interrogación encuentre espacio. La posibilidad de ligar los relatos fragmentados y de armar pequeñas construcciones para la circulación de la palabra (Moizeszowicz, 2000). De tal manera que la angustia tenga posibilidad de irse diluyendo, sin que esta se ligue a otro tipo de representaciones.
Bibliografía

Francois, P. (1999). Fobias e Histeria de Angustia. Buenos Aires: Nueva Visión.
Freud, S. (1981). Obsesiones y Fobias. Obras Completas, T. III. Buenos Aires: Amorrortu.
Moizeszowicz, J. y. (2000). Psicofarmacología y territorio freudiano: Teoría y clínica de un abordaje interdisciplinario. Buenos Aires: Paidós.
Roudinesco, E., & Michel, P. (s.f.). Diccionario de Psicoanálisis. Argentina.

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DATOS GENERALES:

Lic. Ricardo Medina Zamora
Clínica y Psicoterapéuta Psicoanalítico.

Me dedico a la clínica y psicoterapia psicoanalítica a niños, adolescentes y adultos, así mismo realizo psicodiagnóstico escolar y clínico y orientación vocacional.

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